
¡
Era su constante. No solamente no estaba de acuerdo con nada, sino que se oponía a todo. Decisión firme. “Nada de medias tintas ni memeces”, decía.
Su problema era que se oponía a la vida, pero también a la muerte. Finalmente, y con la pistola en la mano, cuando se iba a pegar un tiro en la cabeza por su oposición a la vida, su oposición a la muerte le hizo bajar el arma y seguir viviendo.
“Dudo, luego existo”, se dijo a sí mismo con alivio. “Bueno, sigo existiendo”, corrigió.
Manolo Echegaray.
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Muy bueno, un claro caso de abstinencia involuntaria. :-)))
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